domingo, 10 de agosto de 2014

AQUARIUS | MICHELE SOAVI | 1987

ATRAPADOS EN EL TEATRO


 Hoy tristemente olvidado y casi siempre emparentado a productos de televisión de escasa entidad, Michele Soavi se ha ganado, por derecho propio, un puesto en la historia del cine de terror gracias, especialmente, a su ópera prima “Aquarius” (1987) y a la única e irrepetible “Mi novia es un zombie” (1994). Soavi comenzó como ayudante de dirección del gran Dario Argento en obras como “Tenebre” (1982) para, en 1987, cuando el giallo italiano estaba dando sus últimos coletazos, sorprender muy gratamente con “Aquarius”, cinta que también evidenciaba una clara influencia del slasher americano tan en boga por aquella época a raíz del éxito de la saga “Viernes 13”. Lo primero que llama la atención de su propuesta es la estilizada puesta en escena, muy deudora de la iconografía del mejor Argento. La excelente fotografía de Renato Tafuri y una dirección artística perfecta, que convierte un viejo teatro en terrorífica trampa mortal para sus actores, contribuyen al magnífico acabado formal de una propuesta, para bien y para mal, cien por cien ochentera.


La historia presenta a un grupo teatral que permanece reunido en un local, cerrado bajo llave, enfrascado en los ensayos de una obra musical basada en los crímenes de un asesino real. Casualmente, éste se haya recluido en una clínica psiquiátrica próxima lugar y, tras huir, se colará en el teatro, realizando una espectacular escabechina entre los muchachos. Chicos y chicas de buen ver, mucha explicitud en las escenas sangrientas –hachas, taladros y cualquier objeto cortante son herramientas perfectas para el psicópata de turno, camuflado bajo una inolvidable máscara de búho– y un clímax final antológico que enfrenta a cazador y presa (correctísima y muy bella Barbara Cupisti) son los ingredientes principales de este clásico del género que, al igual que la genial “Demons” (1985) de Lamberto Bava, sabe aprovechar al máximo sus claustrofóbicos espacios cerrados para angustiar y aterrorizar al espectador. “Aquarius”, ganadora del Premio del Miedo en el Festival de Cine Fantástico de Avoriaz, más que una típica cinta de terror, es toda una experiencia audiovisual en donde la forma siempre está por encima del fondo. Esto la hace una pieza atemporal y fascinante que nunca pasará de moda.


 PUNTUACIÓN: 8

José Antonio Martín.

Italia. 1987. Título original: Deliria (Stage Fright). Director: Michele Soavi. Guión: George Eastman. Fotografía: Renato Tafuri. Música: Simon Boswell. Intérpretes: David Brandon, Barbara Cupisti, Domenico Fiore, Robert Gligorov, Mickey Knox, Giovanni Lombardo Radice, Clain Parker.


miércoles, 23 de julio de 2014

COMA | MICHAEL CRICHTON | 1978

PESADILLA EN EL HOSPITAL

Michael Crichton, aparte de uno de los novelistas más leídos del mundo, con obras del éxito de “La amenaza de Andrómeda”, “Jurassic Park” o “Sol Naciente” –todas trasladadas con éxito al cine–, también ha sido un hombre que se ha puesto tras las cámaras como director en un puñado de títulos a cuál más interesante, destacando dos clásicos de la ciencia ficción del calibre de “Almas de metal” (1973) y “Runaway” (1984). En 1978 logró un notable éxito comercial y crítico con “Coma”, thriller de suspense que adaptaba una famosa novela homónima de Robin Cook. Crichton, graduado en la carrera de medicina, aportó sus conocimientos en este terreno para dotar de una mayor verosimilitud a una historia de corte paranoico, en la que la teoría de la conspiración sobrevuela cada uno de sus fotogramas.


“Coma” nos presenta a Susan, una joven estudiante de medicina en prácticas de un gran hospital de Boston, que vive una relación sentimental con el doctor Mark Bellows, cirujano jefe del mismo. Durante su estancia en el centro, Susan presencia cómo, en un corto espacio de tiempo, se suceden continuados casos de pacientes que quedan en estado de coma durante operaciones que, presumiblemente, no deberían conllevar ningún riesgo de complicación. La mujer emprende una investigación por su cuenta que chocará rápidamente con los intereses de las altas esferas del lugar. ¿Estamos verdaderamente ante una oscura trama de asesinatos? O, por el contrario, ¿está viendo Susan cosas donde no las hay debido a un exceso de imaginación? La película, magníficamente ambientada y con una buena banda sonora de Jerry Goldsmith que acentúa el opresivo clima de suspense, bebe tanto de la ambigüedad conspiratoria de otras obras setenteras como “La invasión de los ultracuerpos” (1978, Philip Kaufman) como de las intrigas clásicas de Alfred Hitchcock. 


Michael Douglas obtuvo uno de sus primeros papeles protagonistas, dando ya buenas muestras de su carisma y talento, pero es la estupenda Genevieve Bujold la que se adueña de la película con su sobresaliente actuación. Vista en obras como “Terremoto” (1974, Mark Robson), “Asesinato por decreto” (1979, Bob Clark) o “Inseparables” (1988, David Cronenberg), Bujold representa a la perfección ese prototipo de mujer de apariencia vulnerable pero valiente y decidida ante las adversidades. El veterano Richard Widmark, un clásico de los westerns made in Hollywood, aporta el toque de distinción a una propuesta en la que, como curiosidad, destacan los papeles secundarios de unos jovencísimos Tom Selleck y Ed Harris antes de ser tan conocidos. Hoy en día permanece injustamente olvidado este notable filme que no deja tregua al espectador a lo largo de casi dos horas de metraje. Crichton muestra una gran sabiduría en la creación de atmósferas –algunas de sus imágenes, como aquellas que muestran a los cuerpos suspendidos en el aire por cables, parecen más cercanas a la ciencia ficción que al drama médico– y logrando que el ritmo no decaiga durante las casi dos horas de metraje. En 1996, Michael Apted dirigió “Al cruzar el límite”, una cinta de similares características a mayor gloria de Hugh Grant que naufragó en todo lo que “Coma” fue un rotundo éxito, lo que revalorizó aún más al filme de Crichton.


PUNTUACIÓN: 7

José Antonio Martín.


Estados Unidos. 1978. Título original: Coma. Director: Michael Crichton. Guión: Michael Crichton (Novela: Robin Cook). Fotografía: Victor J. Kemper. Música: Jerry Goldsmith. Intérpretes: Michael Douglas, Geneviève Bujold, Richard Widmark, Ed Harris, Elizabeth Ashley, Tom Selleck, Rip Torn, Lois Chiles, Joanna Kerns.


jueves, 3 de julio de 2014

EL ENTE | SIDNEY J. FURIE | 1982


ACOSO DESDE EL MÁS ALLÁ



Sin duda, 1982 fue un año espectacular para los amantes del cine de terror, con los estrenos de hitos de la categoría de “La Cosa” de John Carpenter o “Poltergeist” de Tobe Hooper. Esta última aportación al subgénero de las casas encantadas, tocada por la sensibilidad de su productor y guionista Steven Spielberg, encontró esa misma temporada una respuesta mucho más oscura y retorcida en la figura de “El Ente”, película basada en unos supuestos hechos reales que, ya sobre el papel, ponen el vello de punta. La historia de una mujer, madre de familia, que, de la noche a la mañana, comienza a ser víctima de violaciones sistemáticas por parte de un ser invisible, sirvió para que su director Sidney J. Furie pusiera en pie una de las películas de terror más impactantes de toda la década, con escenas de alto voltaje (violento y sexual) que siguen asombrando en la actualidad por su eficacia. Los excelentes efectos especiales y la magnífica interpretación de Barbara Hershey –ganadora del Premio del Festival de cine fantástico de Avoriaz a la mejor actriz– son los principales responsables de ese triunfo.


Furie nunca se ha caracterizado por tener una carrera especialmente brillante –su trabajo más destacado fue el biopic sobre la cantante Billie Holiday “El ocaso de una estrella” (1972), nominado a 4 Oscar–, pero en este filme da sobradas muestras de un perfecto dominio del suspense, dosificando muy bien los momentos más escabrosos y dejando espacio para que sus actores se puedan lucir. “El Ente”, a diferencia de otras cintas similares que recurren al efectismo fácil y vacuo, tiene un alto componente psicológico, mostrando el interesante dilema al que se enfrentan los médicos ante estas manifestaciones paranormales, tras haberlas achacado a trastornos psicológicos de la paciente. El clímax final, con la protagonista recluida en una réplica de su casa construida en el interior de un gimnasio y vigilada por decenas de cámaras día y noche, es de los que quedan grabados en la retina de los fanáticos del género. Tal vez ese sea el motivo de que éste sea uno de los escasos clásicos del cine de terror que aún continúan sin conocer el casi obligado remake de turno. Cuando una obra no se puede mejorar, ¿para qué rehacerla?



PUNTUACIÓN: 7

José Martín.



Estados Unidos. 1982. Título original: The Entity. Director: Sidney J. Furie. Guión: Frank De Felitta. Fotografía: Stephen H. Burum. Música: Charles Bernstein. Intérpretes: Barbara Hershey, Ron Silver, David Labiosa, George Coe, Margaret Blye, Jacqueline Brookers.


SUEÑOS ELÉCTRICOS | STEVE BARRON | 1984


 EL ORDENADOR QUE COMPONÍA CANCIONES DE AMOR


Resulta del todo incomprensible el inmerecido olvido del que es objeto una película tan encantadora y entrañable como “Sueños eléctricos”. Steve Barron, director cuyo mayor logro sería la exitosa adaptación cinematográfica de “Tortugas Ninja” (1990), debuta tras las cámaras con esta comedia romántica puramente ochentera, con unos atractivos toques de ciencia ficción y mucha, mucha buena música. La historia nos presentaba a Miles, un atractivo pero tímido arquitecto que se compra un avanzado ordenador personal con la intención de que le facilite el trabajo. Un accidente hace que la máquina adquiera consciencia propia, comenzando una amistad con su amo que se verá puesta a prueba con la llegada de una preciosa vecina nueva a la casa de arriba. Madeline, que toca el violonchelo en una orquesta sinfónica, ensaya todos los días en su salón y su música, filtrada por los conductos del aire acondicionado, encandila al ordenador. Éste responde componiendo preciosas piezas musicales que conquistan a la muchacha al oírlas… creyendo que su autor es Miles. Desde entonces se desencadena una divertida competición entre hombre y máquina para hacerse con el corazón de Madeline.


Protagonizada por el poco conocido Lenny von Dohlen –sin duda, el de Miles es el papel de su vida– y una Virginia Madsen especialmente guapa en sus comienzos, mucho antes de su nominación al Oscar por “Entre copas” (2004) de Alexander Payne, la cinta se gana fácilmente la complicidad del espectador gracias a la enorme química que ambos intérpretes logran en pantalla. “Sueños eléctricos” gustará especialmente a los amantes de la década de los 80, tanto por su estética repleta de influencias del videoclip como por su inolvidable banda sonora de Giorgio Moroder, que incluye canciones tan pegadizas como “Together in Electric Dreams” (Philip Oakey) o “Love is Love” (Culture Club). La película hace espectaculares versiones de piezas de música clásica a base de sintetizadores que acompañan a la perfección a una historia romántica a tres bandas (o a cuatro, si añadimos al “amigo” de Madeline, encarnado por el televisivo Maxwell Caulfield) que, a pesar de la dulzura de la mayor parte de su metraje, sorprende por el fuerte calado emocional de su tramo final, con un desenlace que deja un sabor agridulce. Es entonces cuando la máquina desvela su nombre –Edgar– y, cuan Roy Batty en “Blade Runner”, acepta cuál es su misión en la vida y da una verdadera lección de humanidad a Miles y Madeline. Moraleja: La mayor muestra de amor es saber retirarse a tiempo. En unos tiempos en donde “Her” (2013) de Spike Jonze se hace con el Oscar al mejor guión original con otro relato que demuestra que las máquinas también pueden llegar a entender lo que es el amor, junto a unos seres humanos solitarios y con serios problemas para relacionarse con los demás, vale la pena recordar que todo ya estaba inventado antes.



PUNTUACIÓN: 7

José Martín.

Estados Unidos. 1984. Título original: Electric Dreams. Director: Steve Barron. Guión: Rusty Lemorande. Fotografía: Alex Thomson. Música: Giorgio Moroder. Intérpretes: Lenny von Dohlen, Virginia Madsen, Maxwell Caulfield.


DRÁCULA | JOHN BADHAM | 1979

MORDISCOS SETENTEROS


Pese a que la versión más famosa y alabada de la inmortal novela de Bram Stoker “Drácula” continúa siendo la ofrecida por Francis Ford Coppola en 1992, merece la pena echar la vista atrás para recuperar esta pequeña joya de 1979 dirigida por el artesano John Badham. Responsable de éxitos populares del calibre de “Fiebre del sábado noche” (1977), “Juegos de guerra” (1983) o “Cortocircuito” (1986), el director dio una visión mucho más romántica de lo que conocíamos hasta entonces, antecedente claro de la de Coppola. El guión de W.D. Richter realiza algunos “retoques” en la historia original del seductor vampiro condenado a vivir eternamente alimentándose de la sangre de sus víctimas, como cambiar el protagonismo femenino, que aquí corre a cargo de Lucy en lugar de en Mina. Frank Langella, un actor de carácter habitualmente secundario en el cine norteamericano, logró con su encarnación de Drácula uno de sus trabajos más aplaudidos, dotando de gran magnetismo al personaje a pesar del imposible peinado que tuvo que lucir, síntoma de la moda de finales de los 70. Una joven Kate Nelligan estuvo más que correcta como Lucy, el amor del no-muerto, siendo en la eficiente química romántica que se establece entre la pareja donde reside buena parte del éxito de la propuesta. Pero sin duda, son los actores secundarios quienes le aportan un toque de distinción al producto: el veterano Laurence Olivier como el profesor Van Helsing, archienemigo del vampiro en su búsqueda de la venganza por la muerte de su hija Mina, y Donald Pleasence –que vivía las mieles de la popularidad por su papel del Dr. Sam Loomis en “La noche de Halloween” (1978) de John Carpenter– como el Dr. Jack Seward, padre de Lucy, ofrecen notables trabajos. 


El filme de John Badham continúa sorprendiendo aún hoy por la elegancia y clasicismo de su puesta en escena. Con unos efectos especiales artesanales pero no por ello menos efectivos, una excelente fotografía de Gilbert Taylor que juega especialmente bien con los claroscuros y la siempre infalible partitura musical de John Williams, “Drácula” ha sido muy reivindicada con el paso de los años, ganándose por derecho propio un puesto destacado entre lo mejorcito del género de su época. Algunas de sus escenas más impactantes, como aquella en que Drácula entra por la ventana en la habitación de la muchacha, mantienen intactas su fuerza visual, recordando bastante en su estética a las de otro hito del género del mismo año, la adaptación televisiva de “El misterio de Salem´s Lot” que Tobe Hooper realizó sobre la novela de Stephen King, con la que la cinta de Badham comparte, curiosamente, el tema del vampirismo. Fue un éxito de taquilla moderado en el momento de su estreno, recaudando más de 31 millones de dólares, casi el triple del presupuesto. Como última curiosidad, apuntar que ese mismo año el personaje conocería una versión en clave de comedia, “Amor al primer mordisco”, dirigida por Stan Dragoti y con George Hamilton parodiando con cierta gracia al conde más famoso del cine de terror. Ambas películas podrían formar parte de una agradable sesión doble, ya que se complementan formidablemente bien.


PUNTUACIÓN: 6,8 

José Martín.


Reino Unido. 1979. Título original: Drácula. Director: John Badham. Guión: W.D. Richter (Novela: Bram Stoker). Fotografía: Gilbert Taylor. Música: John Williams. Intérpretes: Frank Langella, Kate Nelligan, Laurence Olivier, Donald Pleasence, Trevor Eve, Jan Francis, Tony Haygarth.